Crecer Duele
Eso es lo que dice mi madre y mi abuela.
Pienso mucho en escribir. Escribo poco. ¿Por qué?
Pues por cobarde, ¿que más?
Claro, tengo una carrera que cada día me demanda más. Aquí ando huyendo de ella porque me siento viva cuando evito hacer lo que tengo que hacer. [Adicción tóxica desarrollada en reacción de mi rebeldía incesante!]
O quizás, estoy haciendo cosas que tal no me apasionan tanto. La arquitectura es excitante, pero hay muchas partes de llevarla a cabo que te hacen querer arrancarte la cabeza.
En fin — cada día pienso en lenguaje. En Puerto Rico. En hacer más dinero y tener una vida más cómoda en la que escojo verdaderamente en que emplear mi tiempo y dinero.
No creo que deseo esa vida sencilla en el campo que todos dicen que es tan buena. A veces, lloro y pienso que es cierto. Pero yo vengo de campo. Campo monte — sin luz ni agua. La naturaleza manda. No tú. Campo sordo y maleante. No creo que quiero vivir permanente en el campo.
Además, lo construido me excita. Ciudades me excitan.
El problema no es la ciudad. El problema es querer tener suficiente dinero para generar cambios. La inmadurez de mi impaciencia me aturde.
Crecer es darte cuenta de que eres inmadurx. Que sueñas en posibilidades que quizás no están a tu alcance. Crecer es llegar a la aceptación de que las cosas son difíciles y hay días mejores que otros. Pero lo más importante es que crecer es aceptar cosas negativas con positividad y elegancia.
Pues esa es mi definición por ahora.
Pienso mucho en lenguaje y en la facilidad de expresión en ellos. [Vale, relativo basado en tu crianza sí. Pero pienso que hay lenguajes que se prestan más para expresión esotérica que otros.]
He concluido que respeto el idioma inglés muy poco. No porque su capacidad de unificar el mundo en su simplicidad no sea abarcadora y evidente, sino porque sus reglas son subjetivas.
El idioma español, aunque es variado en su proliferación geográfica — pues lo disfruto más por su variedad de mil maneras, guiada por la famosa real academia española.
Y créeme. Le digo “pal carajo a la academia” — como cualquier boricua mal hablau. Pero quizás sea la nostalgia del crecimiento que me hace entender, que aunque anhele dominar el idioma inglés con ferocidad cuando era pequeña…
El español es más lindo. Es más versátil. Es poderoso. Hermoso.
Aprender a apreciar lo que uno tiene, como es — aun manteniendo fijo lo que tiene que mejorar — es el secreto de crecer.
Y coño. Que mucho duele.
Tenían razón la madre y la abuela.
Nunca se me ocurrió preguntarles por qué.